Estábamos en el bar cuando en su móvil sonó Fiesta Pagana. Salió fuera a hablar y al cabo de un rato volvió a la pista. Empezó a bailar como loca entre las luces de la discoteca con los brazos en alto, complaciente, dando permiso a todo el mundo a invadir su espacio, a descubrir sus secretos, a mezclarlos con los nuestros. Su rostro sonriente y acelerado entre luces de colores, nos invitaba tanto a nosotros como a ellas, que con media sonrisa en la cara y los ojos zahirientes se acercaban entre ronroneadoras y salvajes. Enseguida la rodearon y saltando a la vez que ella, la iban acariciando y parando, cada vez los saltos eran menores, cada vez estaban más cerca, más juntas y con menos manos a la vista. Cada vez la noche se hacía más suya y menos nuestra. La canción seguía pero no era igual. La música parecía que había perdido fuerza, pero había ganado en intensidad, en color y en calor. Al final, parada, abrazada, sobada sin recato entre las luces ahora giratorias y con la tranquilidad femenina de estar en la legalidad y sabiéndose excitantes y excitadas, perdieron la poca mesura que les quedaba, y pegadas a la columna central de la pista, la mayoría de las mujeres que había en la boda comenzaron un baile diferente, una coreografía ensayada. Distintas edades, distintos rostros, pero un deseo común.
Bien pintada la escena. Me pregunto ¿ cómo la describirias si emplearas tu lado femenino?
ResponderEliminarBien pintada la escena. Me pregunto ¿ cómo la describirias si emplearas tu lado femenino?
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