En el pueblo se hablaba de los
ríos de Asturias, allí la gente encontraba oro, algunos muy rápido, luego lo
vendían y volvían casi ricos. Al menos podían permitirse todos los caprichos
que querían, ante el asombro de sus vecinos.
Eliseo vestía pantalones y
camisa de lino blanco, sandalias y un pelo hasta los hombros sin civilizar. Era
amable y tranquilo, y nunca se le vio discutir con nadie. Si llegaba un conflicto innecesario, se volvía y se alejaba
sin ningún problema.
Como no tenía trabajo fijo,
solo vivía de la artesanía, se aventuró hacia el norte. Llegó. Se instaló. Y con
los ahorros de medio año, compró los utensilios y la ropa, y se confundió con
los demás buscadores.
Un día encontró una piedra
que no supo identificar. La llevó al joyero y éste le dijo que era un hallazgo,
que ese era el oro que sacaba un buen buscador en un año. Que aquello valía
mucho dinero. Le ofreció comprarle la piedra, pero Eliseo le dijo: lo siento
señor, pero eso desbarataría mi presupuesto.
Fabián Madrid
Más gente con fiebre
en el blog de Juan Carlos
¡¡¡VIVA ELISEO!!!
ResponderEliminarMuy bueno y divertido tu relato Fabián!!
ResponderEliminarRealmente bueno. Para los que nunca han ansiado más de lo puramente necesario es un engorro encontrarse en otra situación, le desbarata sus esquemas.
ResponderEliminarDe nuevo te digo que me ha encantado.
Un beso.
Mi padre se llamaba Eliseo (como el profeta), conque entiendo la filosofía de su tocayo. Quedó bonito el pedrusco como escultura o para nivelar una viga.
ResponderEliminarLe valió la aventura y probar, cambio de aires pero no de principios.
Muy bueno Fabián !salve! hasta pronto, espero, que con lo que tengo entre manos y hasta que no lo finiquite, veremos.
Un placer volver a leeros jueveros y jueveras compis.
Un hombre de principios y caval tu Eliseo, no necesitaba poseer más de lo que ya tenia para estar feliz...Esa es la clave para vivir satisfecho. Me gusto tu relato amigo.
ResponderEliminarBesos.
Eliseo era, sin duda, un superdotado, un fuera de serie entre el gris que domina a la medianía. Sí señor.
ResponderEliminarUn saludo
Excelente la decisión de Eliseo, un relato genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay quienes sólo aprecian las cosas por su valor monetario, otros, logran ver otro tipo de belleza.
ResponderEliminarSaludos.
Realmente Elíseo ha dado lo mejor de si y nos ha dejado una gran enseñanza.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo :)
Inteligente Eliseo, por no dejarse tentar por el dinero inmediato del "mediador" que a buen seguro lo hubiera re-vendido por mucho más de lo que pagara a Eliseo.
ResponderEliminarBss.
Muy bueno ese final, hay pocos como él.
ResponderEliminarUn abrazo
Una buena inversión, sabía Eliseo que hay cosas que no se venden, menos al primer postor. Su decisión de conservar esa piedra es muestra que no cualquier destello obnubilaba su espíritu. Eso es saber lo que se quiere.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
No todo tiene un precio, hay quien es feliz con lo que posee sin necesitar nada más. Conocer a Eliseo hubiese estado bien.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bonita historia, que invita a una reflexionar! besos
ResponderEliminar!Ojal hubiera muchos Eliseos! Preciosa historia que nos muestra un planteamiento de vida distinto y en le que seriamos más felices si tomaramos ese camino.
ResponderEliminarUN BESO.
no comparto la idea de eliseo. yo, personalmente la vendería...es más, la fundiría para hacer mis propias monedas...o eso creo...
ResponderEliminarmedio beso.
Me ha encantado, tu Eliseo resulta una rara avis, un hombre a salvo de la fiebre del oro, que, como decía Aute, cree que la belleza no se rinde ante el poder.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha hecho recordar tu protagonista Eliseo, la frase célebre: No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Cuestión de escala de valores y dar importancia a lo que verdaderamente la tiene. Me ha gustado tu historia tanto como me ha gustado la personalidad de tu buscador de oro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si hubiese muchos Eliseos, todos viviríamos mucho mejor.Nos hemos metido todos en una vorágine consumista que, en verdad, desbarata nuestro presupuesto y nos ha traído al desasosiego en el que nos encontramos.
ResponderEliminarEstupendo y didáctico relato.
Permite que me sume a tu grupo de amigos.
Un abrazo.
Eliseo tenía claras sus prioridades y sus necesidades, ojalá todos fuesemos así. Besote
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminar:) Me ha dejado con una sonrisa. Me desbarata el presopuesto... Pero si no querías desbaratarlo, por qué irse a buscar oro? Vaya que es un personaje que no se comprende, querrá partir la piedra y venderla de a pocos?
Saludos!
Lo de buscar oro por hobby no lo conocía, y supongo que la actitud de tu personaje, aunque loable, no deja de ser ficción.
ResponderEliminarUn saludo
Y porqué deshacerse de aquel hallazgo? tal vez se disfruta más con lo que se consigue, que con un valor que al fin y al cabo termina escapándose tan rápido que no queda más que el recuerdo de lo que fue y se escapó...
ResponderEliminarBesos
genial relato, fabián! me ha alegrado este gris domingo un romántico de tal estirpe.
ResponderEliminarun abrazo
Perdone profe, pero este Eliseo sí que estaba afiebrado....;)
ResponderEliminarun fuerte abrazo!!
Hombres de esa especie ya no quedan... oro en los rios de Asturias tampoco.
ResponderEliminarBesos