La sensación que se respira
en un convento de clausura es impactante. En primer lugar, la voz, que es por
lo que identificamos que somos humanos, nos relacionamos y sabemos que estamos
con otras personas, falta. Mientras paseaba por el claustro en mi primer día, al ver a mis hermanos, volcados
en ellos mismos, y ver como pasan unos al lado de otros sin comunicarse, me
comprimió el alma.
Me señalaron la capilla. Yo pensaba que allí sería más
normal la ausencia de ruido, pero fue al contrario, se notaba más que en el
exterior. Creo que mi locura comenzó…
Más historias de conventos
en el blog de Rhodea Blason
También creo como tú, que esa vida es como para volverse loco.
ResponderEliminarNo te hagas monje Fabián!! (je)
ResponderEliminarSi eso me pasa a mí, en lugar de raso me ponen la camisa de fuerza...
ResponderEliminarUn abrazo y tu cafelito.
Hablar consigo mismo hasta la locura, si por lo menos se cantara gregoriano.
ResponderEliminarTe comprendo, hay silencios eternos que matan, para la charla nacimos (y más cosas)
Abrazos sonoros.
Núnca la soledad es buena. Y si se nos dio el habla, debe ser pecado no usarla.
ResponderEliminarConsecuencia, los conventos, no so lugares recomendables.
Un abrazo.
Si hemos desarrollado el lenguaje por qué prescindir de él, pero en los conventos se prescinde de tantas cosas de las podemos disfrutar!.
ResponderEliminarBesos.
Como para no tomar inicio la locura! Ha de ser terrible, no solo acostumbrarse al silencio del entorno, sino, a no emitir palabra! En la brevedad de tu relato, toda la fuerza de una desesperación futura. El final queda abierto...
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Una agonía, el silencio impuesto. Mal acabará gritando hacia adentro.
ResponderEliminarbesos
Angustiosa la sensación que trasmites al tratar esos silencios impuestos. De ser yo tu protagonista, creo a los dos dias me despide el Abad, por charlatana y desobediente. Muy buen final, con esos puntos suspensivos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No debe ser fácil, te diría que no me lo imagino...
ResponderEliminarUn abrazo
me ha encantado encontrarte
ResponderEliminarTienen un sabor especial tus escritos
Pues creo que hay que tener unas convicciones muy fuertes para soportar una vida así...yo no lo entiendo!!!
ResponderEliminarPásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar
ResponderEliminarEn algunos momentos no estaría mal el silencio. Nos ayudaría a reflexionar. Saludos.
ResponderEliminarLa sensación de silencio es muy intensa. No me extraña , que sea para volverse loco.
ResponderEliminarUn beso
Impactante. Me gustó mucho...
ResponderEliminarBesos
No entiendo la imposición del silencio como norma monástica. Limita tanto la comunicación que, desde luego, puede inducir a la locura. Es antinatural e inhumano.
ResponderEliminarUn abrazo.